miércoles, 19 de noviembre de 2008


"¡Su voz...! Su voz he oído...; su voz es suave como el rumor del viento en las hojas de los álamos, y su andar acompasado y majestuoso como las cadencias de una música."

No me preguntes por qué lloro, no me lo preguntes,
pues ni yo sabré contestarte ni tú comprenderme.
Hay deseos que se ahogan en mi alma de mujer,
sin que los revele más que un suspiro; ideas
locas que cruzan por nuestra imaginación, sin
que ose formularlas el labio; fenómenos incomprensibles
de nuestra naturaleza misteriosa, que el hombre
no puede ni aún concebir. Te lo ruego, no me preguntes
la causa de mi dolor; si te la revelase, acaso te arrancaría
una carcajada...

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